Esta es una de esas historias más o menos habituales últimamente en nuestra casa. Cultivamos, recogemos y luego tenemos que consumir de una manera razonable.
Tengo que decir que hay algunos cultivos que se nos dan muy bien. Recogemos abundantes cebollas, ajos y patatas y aunque regalamos muchas, nos quedan una cantidad apreciable. Cebollas y ajos nos duran casi todo el año, pero las patatas con el tiempo se empiezan a estropear, con lo cual hay que irlas gastando para que no pase.
Esta ensalada de hoy es una manera que se nos ocurrió de consumir patatas en un plato saludable, económico y muy rico. Tiene dos partes, la ensalada en sí, y el aderezo, una salsa tártara casera basada en esta receta: https://www.directoalpaladar.com/recetas-de-salsas-y-guarniciones/como-hacer-salsa-tartara
Ingredientes
Para la ensalada:
Patatas… Sí, las dos veces que he hecho la receta las he puesto a ojo. A ver si la próxima vez peso la cantidad y la pongo aquí.
Un pimiento rojo grande.
400 g de pollo (sirven tanto unos contramuslos deshuesados como unas pechugas).
Dos tomates maduros.
50 g de guisantes (congelados o frescos)
Una zanahoria grande
Aceitunas sin hueso
Sal
Para la salsa tártara:
50 g de leche
40 g de aceite de oliva virgen extra
100 g de aceite de girasol
25 g de alcaparras
25 g de pepinillos
10 g de mostaza
1 huevo cocido
Una pizca de sal
Elaboración
Para la ensalada se cortan en dados de aproximadamente un centímetro de lado las patatas y la zanahoria y se ponen a cocer con sal. Más o menos a media cocción se añaden los guisantes.
Mientras tanto, se hace el pollo a la plancha y se corta también a dados, aunque algo más pequeños. También se cortan los tomates y el pimiento a dados pequeños.
Cuando las patatas, zanahoria y guisantes están cocidos se escurren y se dejan enfriar.
Finalmente se mezcla todo junto.
En cuanto a la salsa tártara, se empieza preparando la lactonesa, con la leche, los dos aceites y la pizca de sal. Cuando ya está ligada, se añaden las alcaparras, los pepinillos, la mostaza y el huevo cocido rallado y se bate bien.
La ensalada se sirve junto con la salsa tártara. Como la salsa no tiene huevo crudo, es una buena comida para llevarse al trabajo en un táper.
Todos (o casi todos) los sábados por la noche, tenemos la tradición familiar de juntarnos delate de la tele y ver una película. Pilar hace palomitas y de postre nos comemos un helado. Pilar tiene los de vainilla y los demás comemos helados de la Soler, si es temporada, o los compramos en el super si no lo es. Este año la Soler ha subido mucho los precios, así que me propuse hacer yo el helado que más nos gusta de la heladería, el de yogurt con mermelada de frambuesa. Seguimos yendo a la Soler a comprar helados, pero ya no es cada sábado.
Es muy sencillo. Por un lado se mezcla el yogurt con los azúcares para que se disuelvan bien. Por otro lado se monta la nata. Cuando la nata esté montada, se añade el yogurt con los azúcares con cuidado para que no se desmonte y se pone en la heladera.
Cuando el helado está casi a punto se hecha un poco de mermelada de frambuesa en la cubeta, procurando no dar color al yogurt pero que se marquen algunas líneas rosas.
Finalmente, conforme se añade el yogurt a los vasitos (que antes han pasado por el congelador), se añaden una o dos cucharaditas de mermelada de frambuesa intentando que quede repartida.
Pues no tiene mucha historia. Pilar compra pollos enteros en la carnicería y el carnicero nos los despieza. Las pechugas las comemos fritas o a la plancha, los muslos y contramuslos a la brasa, la carcasa la usamos para hacer caldo y las alas, cuando tenemos unas cuantas, las hacemos adobadas y fritas, al horno o a la brasa según el día.
La cuestión es que cada vez que tengo que adobar alitas de pollo me encuentro con que tengo que buscar recetas por la web y después de mirarme unas cuantas, cojo ideas y lo hago a mi manera. Pero cada vez de una manera distinta. Así que la última vez, que quedaron muy buenas, Pilar me dijo que tenía que apuntar las cantidades que había usado. Y en eso estoy.
Ingredientes
Para entre un quilo y un quilo y cuarto de alitas.
5 dientes de ajo
5 pizcas generosas de sal (la próxima vez que las haga pesaré la sal…)
1 cucharada de vinagre de sidra (sirve un vinagre de vino)
3 cucharaditas colmadas de pimentón de la Vera
1 cucharadita colmada de comino
3 cucharadas de aceite
1,5 cucharadas de miel
Elaboración
Se majan bien los dientes de ajo en el mortero con la sal. A continuación se añaden el resto de ingredientes y se mezclan bien.
Se cogen las alitas de pollo y se salpimientan. A continuación se disponen en una bandeja profunda, se echa encima el adobo y se remueven bien para que todas las alitas queden bien embadurnadas.
Se deja reposar entre dos horas y un día, en la nevera, removiendo de vez en cuando para asegurarse de que todas las alitas quedan bien adobadas.
Pasado el tiempo de adobo, se pueden cocinar fritas, al horno o a la brasa.
Hace tiempo explicaba los rosquillos que hacía mi abuela paterna, la Yaya Eulalia. Hoy os voy a explicar el flan que hacía mi abuela materna, la Yaya Juana, y que ahora hacemos mi madre y yo.
El flan, en sí, es muy sencillo de hacer. Necesita pocos ingredientes, una olla a presión y una flanera con tapadera. La única dificultad (no tan grande) es hacer el caramelo, pero no os preocupéis, que os pondré un vídeo de YouTube para que lo veais bien.
¡Vamos allá!
Ingredientes
1/2 litro de leche
4 huevos
4 cucharadas soperas de azúcar
Azúcar y un poquitín de agua para hacer el caramelo.
Preparación
Bate los cuatro huevos en un bol. Añádeles el azúcar y bate de nuevo hasta que sea homogénea. Incorpora la leche y mezcla bien.
Prepara el caramelo siguiendo las instrucciones de este vídeo:
Una vez preparado el caramelo, echa en el fondo de la flanera una capa de aproximadamente 3-4 mm de espesor. Añade la mezcla de la leche, los huevos y el azúcar.
Tapa la flanera.
Pon 2 o 3 dedos de agua en la olla a presión, introduce la flanera en la olla y cierra esta.
Ponla al fuego y, cuando empiece a hervir, cuenta unos 15 minutos a fuego suave o medio.
Saca la flanera de la olla con unas manoplas aislantes del calor, y ábrela.
Espera a que el flan se enfríe y, cuando ya no queme, con ayuda de un cuchillo, sepárale el contorno de la flanera. Después, viértelo en un plato.
Cuando esté a temperatura ambiente o, si lo prefieres, frío, ya te lo puedes comer. ¡Delicioso!
Esta es una receta que no tiene mucha historia. A todos en la familia nos gustan los cruasanes, con su auténtico sabor a mantequilla, pero es difícil encontrarlos buenos por aquí. Así que, hace casi un año, busqué recetas en internet, encontré la de Webos fritos, los hice y quedaron muy buenos. A continuación una foto de como quedaron:
Cruasanes (15/2/2015)
Seguí esta receta durante cinco años (una vez al año) con un resultado visual, más bien regulero, pero con muy buen sabor. Pero este invierno que acaba de acabar, un poco mosca con el hecho de que no me quedasen bonitos y teniendo algo más de tiempo por la pandemia, decidí buscar un poco por internet a ver si veía alguna receta que mejorarse la de Webos fritos. ¡Y la encontré! La receta es de bavette y si bien se parece mucho a la de Webos fritos el resultado final ha sido mucho mejor.
Ingredientes
Para la masa
500 g de harina de repostería
75 g de azúcar
6 g de sal
100 g mantequilla a temperatura ambiente
25 g de levadura fresca
95 g leche entera
135 g agua
Para la placa de mantequilla
250 g de mantequilla fría
Para pintar los Croissants
1 huevo, 1 yema de huevo y 30 g de leche
Proceso
Colocar en un bol la harina, la sal, el azúcar, la leche, el agua, la mantequilla (a temperatura ambiente) y la levadura. Se amasa bien (yo amaso a mano, en la receta original explica como hacerlo a máquina) hasta que la masa se separe del recipiente. Entonces se saca del bol y se sigue amasando sobre la encimera hasta que esté lisa y homogénea, momento en que la dejamos reposar durante 10 minutos.
Con la ayuda de un rodillo estiramos la masa sobre la encimera hasta formar un rectángulo de unos 7 mm de espesor. se envuelve en plástico y se mete en la nevera un mínimo de 4 horas (toda la noche puede ser una buena idea). Nota importante: Para hacerse una idea de como tiene que quedar la masa, es conveniente leer los dos párrafos siguientes antes de prepararla.
Entre medias se saca la mantequilla de la nevera, se pone entre dos papeles de horno o film de plástico y se va aplanando con la ayuda de un rodillo hasta conseguir un rectángulo de, aproximadamente, la mitad del tamaño de la masa. A continuación, con la mantequilla bien tapada se guarda en el frigorífico un mínimo de 20 minutos.
Una vez han pasado las 4 horas (mínimo) de la masa en la nevera, se saca a la encimera bien enharinada y se estira un poco más hasta tener un rectángulo de unos 6 mm de grosor. A continuación se pone la mantequilla en la mitad inferior del rectángulo y se cubre con la otra mitad de la masa.
Ahora viene la parte más entretenida: los pliegues:
Espolvoreamos un poco de harina en la encimera y en el rodillo. Giramos la masa 45º de manera que quede el doblez a la derecha y vamos estirando la masa con el rodillo, primero a lo largo y luego a lo ancho. Del centro hacia los extremos siempre. Estiramos hasta que quede un grosor de unos 7mm.
Doblamos la masa desde abajo hasta los dos tercios y el tercio restante lo doblamos encima. Doblar el conjunto por la mitad, de manera que quedan 4 capas de masa. Se envuelve en plástico y se guarda en la nevera durante entre 30 y 40 minutos.
Se saca de la nevera y se pone en la encimera enharinada con el doblez a la derecha. Se estira de nuevo la masa, como antes, hasta conseguir darle forma rectangular de 6mm de espesor. De nuevo se dobla la parte inferior hasta dos tercios y se cubre con el tercio restante. Y de nuevo a la nevera durante 30 o 40 minutos.
Sacamos de nuevo de la nevera y sobre la encimera enharinada estiramos de nuevo hasta obtener un rectángulo de unos 6 mm de espesor, con un ancho aproximado de 25 cm. Por el lado largo de la masa, con un cuchillo, se hacen pequeños cortes en la masa cada 8 cm y se van haciendo triángulos (ver vídeo). Se depositan los triángulos en una bandeja y se meten en el frigorífico durante unos 15 minutos.
Para hacer los cruasanes, se hace un corte de medio centímetro en el medio de la base del triángulo y se enrolla.
Se colocan los cruasanes en dos bandejas de horno (o, como hice yo, en una bandeja de horno y una bandeja normal con un tapete de silicona para poderlos pasar a la bandeja de horno después) con una buena separación entre ellos para que puedan crecer, se pintan ligeramente y se dejan reposar durante dos horas y media en un lugar templado (22-24º). Yo los dejé en el horno con el horno apagado.
Para hornearlos, se precalienta el horno a 200º y se pintan de nuevo los cruasanes con mucho cuidado.
Se hornean 6 minutos a 200º y aproximadamente 12 minutos más a 180º, hasta que estén dorados.
Un verano, con las hortalizas del huerto (berenjenas, tomates y calabacín) decidimos hacer ratatuille, una receta que algún día tendré que poner aquí. La cuestión es que el ratatuille va acompañado de un puré que se hace con sobras de las hortalizas que se usan en el ratatuille, básicamente berenjena y calabacín, más pimiento rojo y un sofrito de cebolla y ajo. El puré sale muy bueno y es un excelente acompañamiento para el ratatuille. La cuestión es que Pilar ha dicho muchas veces que es lo que más le gusta del ratatuille, así que un día decidimos hacer solo el puré. Y ya lo hemos hecho un par de veces y, cómo repetiremos, he decidido añadirlo en el recetario.
Ingredientes
Para 3 personas (para cuatro queda escaso)
Un calabacín
Una berenjena
Un pimiento rojo
Dos cebollas medianas
Tres o cuatros dientes de ajo
Sal y pimienta al gusto
Aceite de oliva virgen
Elaboración
En una cacerola grande (las hortalizas ocuparán mucho) se doran unos ajos picados. Se añade a continuación la cebolla picada y se pocha a fuego lento con un poco de sal. Cuando la cebolla empieza a estar blanda se añaden el resto de hortalizas cortadas en dados pequeños y se cocinan a fuego lento hasta que están blanditas. Cuando ya están blandas, se trituran, se añade sal y pimienta al gusto y ¡ya está!
Todos los veranos, Diego y Cristina suelen cocinar la comida de los días de diario, de lunes a viernes. Y hace un par de veranos se dedicaron a buscar nuevas recetas de comidas ricas. Una de las propuestas fue este Poke de quinoa, que si no me equivoco propuso Diego y preparó Cristina. Se ha convertido en un plato casi habitual de nuestras comidas de primavera a otoño, solo que ahora lo preparo yo 🙂
Ingredientes
Para 4 personas
200 g quinoa
400 g zumo de naranja natural (entre 3 y 4 naranjas)
En realidad es muy fácil. Lo primero es limpiar bien la quinoa y preparar el zumo de naranja. Se pone a hervir la quinoa con el zumo de naranja, hasta que la quinoa haya absorbido todo el zumo.
Mientras se cuece la quinoa se lavan, pelan y se cortan las zanahorias, se cortan en trocitos los frutos secos, se cocina a la plancha el salmón, se pela el mango y se corta a daditos y, finalmente, se pela el aguacate y se corta a daditos. Si se desea, se pueden añadir también lechuga y pepino cortado a trozos pequeños. Se dispone en los platos con los ingredientes separados y se aliña con aceite de oliva y la salsa de soja.
La historia de esta receta se remonta a un día, hará un año y medio, en que fui invitada a una sesión de cocina saludable en un hipermercado Carrefour.
La sesión fue conducida y protagonizada por Fabián, un ex-aspirante del concurso de cocina Masterchef, aunque yo por aquel entonces no sabía que ese chico jovencito tan apañado y agradable era una celebrity, y estuve todo el rato alucinando con lo bien que lo hacía el chaval y el trato que le dispensaban las personas allí presentes. En fin, estas cosas solo me pasan a mí.
A lo que iba. El joven chef preparó, entre otras cosas, unas galletas enormes (de ahí las comillas en el título) y saludables de avena, manzana y chocolate negro. Al finalizar la sesión pudimos probar los platos que cocinó y flipé con las galletas.
Expliqué en casa lo buenas que estaban y buscamos la receta en internet, pero no la encontramos, así que la cosa quedó un poco olvidada.
Hasta que un buen día, en pleno confinamiento, mi hija, la súper chef revelación de casa, nos sorpendió con las famosas galletitas de avena.
He de decir que una de las cosas que con más cariño recuerdo de la etapa del confinamiento son los dulces con los que me sorprendía mi hija casi cada día. Que si galletitas de avena, que si pancakes, que si cookies, que si bizcochos…
Imaginaos: yo llegaba hecha polvo del trabajo, con el estrés, la incertidumbre y el agobio que caracterizaron esos momentos tan difíciles para todos, y… ¡Tachán! Ya desde el rellano de la escalera se podía apreciar el delicioso olor que procedía de mi casa. ¡Qué ilusión me hacía entrar en casa y verla acercarse con un plato lleno de riquísimos dulces! ¡Y qué bien me sentaban después de las agotadoras y duras jornadas!
Pero bueno, que me enrollo… A lo que iba. Mi hija encontró en internet una receta de galletitas de avena y la versionó según lo que había explicado yo en su momento de las de Fabián.
El resultado fue espectacular. Estaban tan buenas que las hemos ido repitiendo cada poco tiempo, hasta el punto de que ella se cansó de hacerlas y ahora soy yo quien las prepara casi cada semana para llevármelas de merienda o almuerzo al trabajo. Son un tentenpié riquísimo y relativamente sano. Así, que, ¡vamos a verlas!
Ingredientes:
2 huevos
200 g de copos suaves de avena integral
100 g de mantequilla
100 g de harina
80 g de azúcar moreno
1 cucharadita de levadura química
1/2 cucharadita de sal
1 manzana y media
100 g de chocolate negro (mínimo del 52%)
Ingredientes para las galletitas de avena
Preparación:
Derrite la mantequilla y mézclala bien con la avena en un bol.
En un plato aparte, mezcla los huevos con el azúcar moreno hasta que sea homgéneo; luego añade la harina junto a la levadura y la sal. Remuévelo todo hasta que esté bien mezclado.
Izquierda: mezcla de huevos, azúcar, harina, levadura química y sal. Derecha: mezcla de avena y mantequilla derretida.
Junta las dos mezclas en el bol grande y remueve hasta que esté bien mezclado. Reserva la pasta resultante.
Corta el chocolate en trocitos pequeños, del tamaño habitual de las pepitas que suelen llevar las cookies. Échalo al bol de la mezcla.
Pela las manzanas, quítales el corazón y córtalas a daditos pequeños. Añádelos también a la mezcla.
Remueve todo bien hasta que los ingredientes estén bien repartidos por toda la pasta.
Pon el horno a precalentar a 180º.
Mientras tanto, ve formando las galletas en la bandeja del horno. Cuando estén listas, ya las puedes hornear.
Galletitas a punto de ser horneadas
En mi horno tardan alrededor de 15 o 20 minutos en estar listas, pero ya sabes que cada horno es un mundo, así que ten cuidado.
Cuando estén listas, ponlas en una rejilla para que se enfríen y… ¡A disfrutarlas!
Hace un montón de años, me encantaba pensar en hacer en casa cosas como magdalenas, pan, galletas… Dulces que había comido toda la vida pero siempre comprados. Así que, poco a poco, fui buscando recetas. Esta de las magdalenas me la dio mi suegra al cabo de poco tiempo de casarme con Carlos. No recuerdo si la tenía en un libro o en un cuaderno, pero el caso es que la copié resumida, en el papel que podéis ver en la foto.
Receta de las magdalenas resumida
Ya veis que la receta es sencilla y que lo más laborioso que tiene es montar las claras. De hecho, era una de las recetas que acostumbrábamos a disfrutar preparando juntos mis hijos y yo cuando eran pequeños. ¡Qué tiempos aquellos!
Pero bueno, basta de historias y… ¡vamos al grano!
Ingredientes y material
2 huevos
125 ml de aceite (en la receta original ponía de semilla, pero siempre he usado de oliva suave)
150 ml de leche
225 g de harina
2 cucharaditas rasas de levadura química
la piel de 1 limón
180 g de azúcar
Moldes para 12 magdalenas
Bandeja de horno para magdalenas
Ingredientes para las magdalenas
Preparación
En primer lugar, pela el limón, ponlo en una cacerola pequeña junto al aceite y caliéntalos a fuego lento, justo hasta que las pieles de limón se empiecen a cocer. Apaga el fuego, retira las pieles y deja que el aceite se enfríe.
Mientras tanto, puedes ir separando las claras y las yemas de los huevos y montar las claras. Una vez montadas, resérvalas.
Claras montadas
Cuando el aceite se haya enfriado, añádele el azúcar y remueve hasta que esté bien mezclado. A continuación añade también las yemas de huevo y mézclalo todo. ¡Ojo, que si el aceite todavía está caliente, las yemas se pueden cuajar!
Después mezcla todo eso también con la leche.
Junta la levadura y la harina en un mismo recipiente y mézclalas.
Por útimo, echa la harina y la levadura al recipiente de la mezcla anterior y remuévelo todo hasta que la masa sea homogénea.
Masa antes de añadir las claras
Añade esta masa a las claras montadas y mezcla con movimientos envolventes y suaves hasta que esta masa final también sea homogénea.
Masa final de las magdalenas
Pon el horno a precalentar a 180º.
Mientras se calienta, coloca los moldes en una bandeja para magdalenas y llénalos casi hasta el borde, con la ayuda de un cucharón o cazo, hasta que se te acabe la masa.
Magdalenas crudas listas para el horno
Como cada horno es un mundo, te recomiendo que vayas vigilando la cocción y que, cuando creas que ya están listas, las pinches con un palillo para comprobar que están bien cocidas por dentro. En mi horno tardan entre 15 y 20 minutos en estar hechas, pero no quiere decir que el tuyo sea igual.
Una vez estén cocidas, ya las puedes sacar, dejar que se enfríen y empezar a comer. ¡Están riquísimas!
Magdalenas recién hechasDetalle de magdalenas recién hechas
Pues no mucha. Era un plato que le hacía a Pilar su madre y que hemos recuperado para comer verduras variadas. Como no teníamos la receta original, busqué una por internet y de entre todas las que encontré (de todos los colores) la que más me gustó es esta de la web el Cocinero Casero. Como siempre, he adaptado un poco la receta.
Ingredientes
Para dos personas.
Un calabacín (unos 300 g)
Una cebolla (unos 80 g).
2 quesitos.
250 ml de caldo de pollo casero.
Un diente de ajo
Aceite de oliva
Pimienta
Sal
Elaboración
Se calienta el aceite en una cacerola y se sofríen los ajos. Cuando empiezan a dorarse se añade la cebolla cortada fina, se le echa un poco de sal, se remueve y se deja pochar durante unos 10 minutos. Mientras se va haciendo la cebolla se corta el calabacín en dados pequeños (un centímetro más o menos) sin pelar (se puede pelar pero queda muy bien si no se pelan) y echan a la cazuela removiendo bien. Se dejan cocinando durante unos 10 minutos con la cazuela tapada y removiendo de vez en cuando. Pasados esos 10 minutos se añade el caldo y se lleva a ebullición. Se cocina a fuego lento durante unos 10 minutos más o hasta que el calabacín esté cocinado.
Se añaden los quesitos, se tritura, se le añade un poco de pimienta negra, se rectifica de sal y a servir.