Tarta de manzana

Historia

Hacía mucho tiempo que me apetecía hacer tarta de manzana. Recordaba las que hacía mi madre con las manzanas cortadas en rodajas por encima, la típica tarta de manzana que se come por aquí, pero no encontraba el momento para buscar la receta (o pedírsela a mi madre) y hacerla, así que el tiempo iba pasando.

Y en esto que mi compañero de despacho «de toda la vida», César, me regaló el libro Sal, Grasa, Ácido, Calor de Samin Nosrat. Y en ese libro de 450 páginas de cocina encontré una receta de la típica tarta de manzana americana. Y me animé a hacerla. Aquí está la receta.

Aunque en la receta pone unas cantidades y unos determinados ingredientes, yo, como siempre, los he adaptado a mis gustos y a los ingredientes que puedo tener en mi cocina con cierta facilidad y que use más o menos habitualmente.

Las medidas son para una fuente redonda de 23 cm de diámetro

Ingredientes

Masa

  • 340 g de harina de trigo.
  • 1 cucharada generosa de azúcar.
  • 1 pellizco grande de sal.
  • 225 g de mantequilla, fría y cortada en cubos más o menos de un centímetro.
  • 120 ml de agua muy fría.
  • 1 cucharadita de vinagre blanco (no es imprescindible).

Relleno

  • 1,25 Kg de manzana verde. Granny Smith de Gerona acostumbro a comprar yo.
  • 1/2 cucharadita de canela en polvo o 3 o 4 gotas de esencia de vainilla o nada.
  • 1/4 de cucharadita de sal.
  • 100 g de azúcar moreno.
  • 3 cucharadas de harina.
  • 2 cucharadas de nata para cocinar.
  • 1 cucharada de zumo de limón.

Elaboración

Masa

En el libro el proceso de elaboración de la masa está explicado usando una amasadora. Pone que también se puede usar un robot de cocina o a mano, usando un mezclador de masas. Yo lo hago completamente a mano, sin mezclador, así que lo explico tal y como yo lo hago.

Mezclo la harina, el azúcar y la sal en un bol y meto la mezcla en la nevera. Corto la mantequilla en cubitos y la meto en el congelador. Y un vaso con el agua a la nevera también. Vamos a mezclar todos estos ingredientes y el objetivo es que la mantequilla no se llegue a mezclar del todo con la mezcla de harina/azúcar/sal. No es especialmente importante como de mezclada quede la masa (tiene que quedar más o menos cohesionada, eso sí), pero queda más bonita si quedan restos de mantequilla sin deshacer.

Cuando todo está frío (unos 20 minutos), se añade la mantequilla al bol y voy mezclándolo todo sin insistir mucho. Añado el agua y el vinagre (opcional) y voy removiendo todo, aplastando con los dedos los cubos de mantequilla, que como están duro no acaban de deshacerse. Se deja de amasar cuando la masa tiene una cierta consistencia y permanece unida, pero justo cuando eso empiece a pasar. De nuevo, no pasa nada si se mezcla de más o incluso un poco de menos.

Se divide la masa en dos partes iguales (yo las peso) y se hacen dos bolas, se aplanan un poco (para que parezcan dos discos gruesos) y se envuelven en film de plástico, asegurándonos de que no se tocan.

Normalmente hago esto el día anterior y dejo en la nevera la masa durante toda la noche. Si no se puede, el libro dice de mantenerla en la nevera al menos durante 2 horas.

Relleno

Para el relleno lo primero es coger un disco de masa y aplanarlo hasta que tenga un diámetro de unos 30 cm. Hay que usar harina en el mármol y en el rodillo para que no se pegue. Una vez estirado se pasa a la fuente y se pone bien pegado a los bordes. Debería sobrar aproximadamente un centímetro de masa por todo alrededor. Si sobra masa, córtala y guárdala, la usaremos para decorar. Una vez puesta la masa en la fuente se guarda en el congelador (sirve en la nevera).

Una vez en la nevera la fuente con el primer disco de masa, encendemos el horno para precalentarlo. A 220 ºC.

En un bol grande vamos poniendo la manzana cortada a dados de un centímetro y medio más o menos. Podemos añadir el zumo de limón e ir removiendo para que no se oxide. Cuando esté toda la manzana cortada, añadimos el azúcar, la harina y la canela (o la vainilla, o nada) y removemos bien para que toda la manzana quede impregnada de azúcar, harina y zumo de limón.

Una vez bien mezclados todos los ingredientes los pasamos a la fuente que teníamos en la nevera y cogemos el segundo disco de masa y lo estiramos bien para que se pueda usar para tapar la fuente. De nuevo, debería sobresalir de la fuente aproximadamente un centímetro, mejor algo más. Cuando ya esté estirada, con cuidado la ponemos encima de la fuente tapando todo el relleno. Se recortan las sobras para que sobresalga como máximo un centímetro y se enrolla la masa sobresaliente y se mete dentro del molde. Se hace un agujero en la parte central de la masa (para que salga el vapor de agua de la cocción de la manzana), se adorna con los recortes sobrantes y se pincela con la nata de cocina.

Se mete en el horno a 220 ºC durante 15 minutos, se baja la temperatura a 200 ºC y se hornea durante 15 o 20 minutos más, hasta que esté ligeramente dorada. Después se baja la temperatura a 175 ºC y se acaba de hornear durante unos 45 minutos más.

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Red Velvet sin colorante, de Jordi Cruz y Cristina

Historia

La historia de esta receta, como algunas otras de este blog, empieza durante el confinamiento de la pandemia de COVID.

Uno de los primeros Red Velvet sin colorante que hizo Cristina

Una de las maneras que teníamosde pasar el rato haciendo algo creativo durante esa época, tanto nosotros como mucha gente, era cocinando y haciendo repostería. Incluso algunas personas populares se dedicaban a colgar en sus redes sociales lo que cocinaban.
Un ejemplo de estos últimos era Jordi Cruz, el famoso chef y presentador de Master Chef, que cada domingo dedicaba su tiempo a hacer un directo en Instagram desde la cocina de su casa preparando alguna exquisitez. Pues bien, un día, la exquisitez fue el Red Velvet sin colorante. Eh, y cuando digo exquisitez, es porque lo es. Y si no, pruébalo y verás.
Por supuesto, aquí debajo os dejo el enlace a tan fabuloso directo del chef, aunque la receta que os voy a explicar yo está ligera y (con todos nuestros respetos y admiración por Jordi) magistralmente modificada por Cristina, que le quitó bastante azúcar a la original, haciéndola más de nuestro gusto.

Directo de Jordi Cruz

Y, sobre la historia, ya solo me queda añadir que, desde que hacemos este pastel en casa, cada año plantamos unas cuantas remolachas en el huerto, para hacer Red Velvets 😀

Por cierto, un apunte, por si no lo sabías: las hojas de las remolachas se pueden comer, igual que si fueran acelgas, pero están más ricas 😋

Ingredientes

Para el bizcocho

  • 200g de remolacha cocida
  • 65g de frambuesas (pueden ser frescas o congeladas)
  • 150g de aceite de girasol
  • 5 huevos
  • 250g de harina de trigo
  • 100g de azúcar
  • 15g de impulsor («levadura química», tipo Royal)

Para el relleno

  • 300g de nata para montar (usamos de la Central lechera asturiana porque es la única que encontramos por aquí que no tiene aditivos, y es muy buena)
  • 106g de queso de untar (tipo Philadelphia)
  • 63g de chocolate blanco
  • 52g de azúcar glas (puede ser avainillada o no, al gusto, o añadir un poco de vainilla aparte)
  • Si queréis adornar el pastel por fuera con la misma crema del relleno (del estilo del de la foto del principio), tenéis que poner más cantidades de todo, porque estas son solo para lo que es el relleno, que es como lo hacemos habitualmente porque nos gusta más.

Material

  • Molde para horno de unos 22 cm de diámetro
  • Varillas y/o máquina de montar nata
  • 2 boles grandes
  • Lengua de gato o espátula de silicona
  • Batidora de brazo
  • Báscula digital
  • Horno
  • Utensilios normales de cocina

Elaboración

Antes de empezar, te recomiendo que tengas todos los cacharros e ingredientes a mano, ya pesados y todo, porque algunas fases de la elaboración son un poco complicadas (al menos para mí), y va bien tenerlo todo preparadito.

¡Vamos allá!

Pela las remolachas y córtalas en trozos no muy pequeños para que no pierdan demasiada sustancia. Hiérvelos en agua durante unos 30-40 minutos, hasta que no estén duros al pincharlos con un tenedor, pero que tampoco estén blandengues.

Mientras tanto, puedes aprovechar para empezar a preparar el relleno. Para ello, empieza mezclando el queso crema con el azúcar glas, hasta que quede bien homogéneo, y reserva la mezcla resultante.

Coge un bol grande y vierte en él la nata, bien fría, para montarla. En casa utilizamos varillas, pero también se puede montar con máquina.

Y ahora viene la madre del cordero.

Cristina dice que la nata no tiene que estar montada del todo, sino solo casi montada, que le queden ya bien marcadas las huellas de las varillas pero aún no se quede el pegote pegado. De hecho, Jordi Cruz también dice lo mismo; creo que él lo describe como «pico de pájaro», porque al sacar las varillas de la nata, esta queda en forma de pico.

Nata en punto de pico de pájaro

Sin embargo, yo no he sido capaz de hacer la receta de esa manera. Luego os explico por qué y mi alternativa, pero de momento os sigo contando el método magistral.

A continuación, funde el chocolate blanco. Nosotras lo hacemos al baño María. Una vez fundido, deja que se enfríe lo suficiente como para que no queme, que lo puedas tocar con un dedo, pero ¡ojo que no se te enfríe demasiado y se empiece a espesar!

Cuando el chocolate ya no queme, tienes que echarlo en la nata y acabar de montarla junto con el chocolate. Si el chocolate está demasiado caliente, la nata se cortará y ya no servirá.

Una vez montada esta mezcla, que queda muy espesa, tienes que añadirle la del queso con azúcar (y la vainilla, si quieres) y mezclarlo todo bien (no batirlo).

El resultado debería ser una crema muy espesa, homogénea y suave.

Pues bien, yo de momento no he sido capaz (solo llevo dos intentos, todo sea dicho) de hacer esto así, de manera que lo que hago es montar la nata del todo, ya de entrada, añadirle el chocolate blanco fundido (no muy caliente también) y mezclarlos, en lugar de montar el resultado de esta mezcla.

Luego, lo demás sí que es lo mismo, pero el resultado final, aunque está igual de rico de sabor, no es tan espeso a temperatura ambiente, y necesita meterse en la nevera para coger la consistencia adecuada para rellenar el pastel.

Sea como sea, cuando tengas el relleno acabado, mételo en la nevera. Y, por cierto, la próxima vez que lo haga, sacaré fotos de estos últimos pasos y elaboraciones 😅

Durante todo este rato, las remolachas se habrán acabado de hervir y seguramente hasta las habrás dejado escurrir y se habrán enfriado. Si no es así, espera hasta que estén listas.

Volvemos, pues, al bizcocho.

Cuando las remolachas estén cocidas, escurridas, y se hayan enfriado, bátelas con la batidora, junto a las frambuesas y el aceite de girasol, de manera que en ningún momento le entre aire a la mezcla. El resultado tiene que ser totalmente homogéneo, con una textura muy cremosa y suave.

Batido de remolachas, frambuesas y aceite

Reservamos este batido.

En un bol grande, bate los huevos hasta que queden muy espumosos, que incluso blanqueen, como si estuvieran montados. En casa lo hacemos con varillas durante un buen rato, una currada, pero se puede hacer con una máquina.

Mezcla bien la harina con el impulsor.

Añade poco a poco esta mezcla a los huevos, tamizándola y removiendo con ayuda de una espátula de silicona o una lengua de gato, despacio y con movimientos envolventes.

A continuación, incorpora el azúcar de la misma manera hasta obtener una masa ligera, suave y homogénea.

Pon el horno a precalentar a 180ºC.

Mientras tanto, echa el batido de remolachas + frambuesas + aceite a la masa de huevos + harina + impulsor + azúcar. Mezcla las dos elaboraciones también con movimientos lentos y envolventes.

Haciendo la mezcla final para el bizcocho

La masa resultante es ya la definitiva para el bizcocho. Tiene que ser muy homogénea, ligera y suave. Y ahora ya la puedes poner en un molde para horno 🙂

Masa del bizcocho acabada, lista para hornear

Cuando el horno alcance los 180º, ya puedes hornear la masa durante 35 minutos. Durante esos minutos no deberías abrir el horno para nada. Si lo abres, es posible que el bizcocho se desinfle, aunque también hay que tener en cuenta que cada horno es un mundo, y cada cual conoce el suyo mejor que nadie. De todas maneras, he de decir que el nuestro y el de Jordi Cruz coinciden 🙂

Y bueno, cuando el bizcocho esté cocido, ya podéis sacarlo del horno y, a la que no queme, extraerlo del molde (con cuidado porque es muy esponjoso y tierno) y ponerlo a enfriar sobre una rejilla para que no sude.

Cuando esté a temperatura ambiente, córtalo por la mitad, rellénalo con la crema de relleno que tienes en la nevera, y voilà! Ya tienes tu delicioso Red Velvet sin colorante! 🎉

Red Velvet sin colorante acabado. ¡A disfrutar!

Para conservarlo bien, te recomiendo que lo guardes en la nevera en un recipiente cerrado, o tapado con el mismo molde que hayas utilizado.

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Sopita de la Abuelita

La historia

Tanto cuando eran pequeños y se quedaban a comer en casa de mis padres, como ahora, ya de mayores, cuando los Abus vienen al Terre y traen sopa para comer, a Diego y Cristina les ha encantado la sopita de la Abuelita, tal como ellos mismos han denominado siempre a este plato. Bueno, y a Carlos y a mí también, claro 🙂

Por ese motivo, hacía tiempo que yo pensaba en ir a aprender de la mano de la maestra a cocinar tan delicioso plato que, si bien cuando yo era pequeña lo preparaba de otra manera muy distinta, el resultado actual merece con creces estar en Nuestras Recetas para la posteridad, y para que los niñatos la puedan preparar cuando quieran.

Así pues, aprovechando que la Abuelita había dicho que iba a hacer Sopita de la Abuelita para la celebración del 79 cumple del Abu, me fui a su casa para ayudarla y tomar las notas y fotos pertinentes, que aquí os dejo.

La receta

Ingredientes

Huesos jamón y codillo
Huesos y carne ternera
  • 5,750 l de agua
  • 1 hueso de garrons (codillo)
  • 2 huesos de jamón (los más cercanos la pezuña)
  • 2 huesos de ternera (de la rodilla)
  • 1 trozo de carne de ternera
  • 1/2 pie de cerdo
  • 1 muslo de gallina
  • 2 alas de pavo
  • Pelotas

Para las pelotas

Pie cerdo y alas pavo
Muslo gallina y alas pavo
  • 1 Kg de carne picada de ternera
  • 2 huevos
  • 2 dientes de ajo picados cuadraditos pequeñitos
  • Perejil
  • 1 pizca de sal
  • Un poco de pan rallado
  • Un poco de harina

Elaboración

Lo primero es echar 5,250 l de agua en la olla, a fuego fuerte. A continuación, se añaden todos los demás ingredientes excepto las pelotas y el medio litro de agua restante, y se espera a que empiece a hervir. Cuando llegue ese momento, se baja el fuego lo justo para que no deje de hervir y que no se salga. Todo el rato tiene que estar tapado.

A lo largo de todo el proceso, hay que ir retirando la espuma y la grasa que van soltando la carne y los huesos, para que quede el caldo bien blanco y limpio.

Quitando la espuma
Quitando la grasa

A partir de que empieza a hervir, hay que contar 2 horas y media de cocción. Las alas habrá que quitarlas cuando lleven una hora hirviendo aprox, para que no se deshagan.

Más o menos en ese momento, se añade el medio litro de agua restante, que se habrá llevado a ebullición previamente, para que no se rompa la cocción.

Cuando quede una hora hirviendo todo el conjunto, se tienen que añadir las pelotas.

Elaboración de las pelotas

Es la misma que la de las albóndigas: Se mezclan todos los ingredientes excepto la harina. Se pone la harina en un bol o plato hondo pequeño, y se van cogiendo porciones de la mezcla del tamaño de un cucharón, se pasan por la harina y se les da forma más o menos redonda.

Huevo, ajos y perejil
Mezcla anterior + carne y pan
Pelotas crudas

Volviendo al caldo en sí, hay que recordar que durante todo el proceso, se tiene que ir quitando cada poco rato la espuma y la grasa. El último rato se pueden volver a poner las alas.

Todo hirviendo

Por último, cuando ya hayan pasado las 2 horas y media, se retiran todos los elementos, y se cuela el caldo con un colador de tela para acabar de quitarle todas las impurezas, grasa y restos sólidos, de manera que queda un caldo blanquito perfecto, sabroso y suave a la vez.

Colando el caldo

Y ya está. Ya se puede añadir la pasta que se quiera para hacer la sopa con el caldo, acompañada por la carne con la que lo hemos hecho; a mí, personalmente, me gusta poner la carne dentro de la sopa y comérmelo todo junto, pero cada uno a su gusto. ¡Qué rico está y qué bien entra, sobretodo cuando hace frío! 😋😋😋

Caldo ya colado
Toda la carne

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Buñuelos de viento

La historia

La historia de los buñuelos en nuestra familia empieza una noche de finales de marzo del año 2000 en el hospital de Can Ruti.

Diego acababa de nacer. A mí me habían hecho un tajo de padre y muy señor mío y no sabía ni como ponerme porque me dolía horrores. Me dieron todo tipo de analgesia, pero nada, que si quieres arroz, Catalina.

Por fortuna, Isabel, una compañera de trabajo de mi madre por aquellos tiempos, me había obsequiado por la tarde, no solo con su visita y un trajecito para el niño, sino también con un paquete de buñuelos de viento que, por la época, son tradicionales y se venden en todas las pastelerías. Pero, y he aquí el detalle, los buñuelos de Isabel no eran unos cualesquiera, no; eran de «la Comas» una de las pastelerías más deliciosas que conozco.

Yo no había probado buñuelos en mi vida porque nunca me habían llamado, lo confieso. Pero mira tú por dónde, allí sumergida en el blanco silencio de la noche de hospital, con mi bebé dormidito, y mis puntos rabiando, vi el paquetito con unos nuevos ojos. Lo abrí, cogí una de aquellas bolitas huecas y blandas, me la metí en la boca y…

-¡Por Dios! ¡Pero qué porras es esto tan bueno! ¿¿Por qué no lo había descubierto yo antes??

En fin, sobran las palabras. Los buñuelos me gustaron y me ayudaron tantísimo a aguantar la noche, que decidí que tenía que aprender a hacerlos, así que busqué una receta, que si no mal no recuerdo, me dio mi suegra.

La receta original era un poco diferente, pero la fuimos modificando a nuestro gusto con el tiempo, a medida que íbamos aprendiendo, hasta que quedó como sigue:

La receta

Ingredientes

Para la masa:

  • 3/4 de litro de agua
  • 3/4 de litro de leche entera
  • 3-4 huevos (se pueden poner 3 más una yema, o tres y medio, por ejemplo)
  • 180-200 g de harina
  • 50 g de mantequilla
  • 30 g de azúcar
  • Canela en rama (al gusto)
  • Piel de limón (al gusto)
  • Una pizca de sal
  • Opcional: un poco de canela en polvo para añadir a la masa

Para freír:

  • Aceite de oliva abundante, para que los buñuelos floten y no toquen el fondo de la cacerola

Para espolvorear:

  • Azúcar glass
  • Canela en polvo (opcional)

Elaboración

Calentar, hasta que justo empiece a hervir, el agua y la leche juntas con la sal, la mantequilla, la piel de limón, la canela en rama y el azúcar. Cuando empiece a hervir, quitarle la canela y la piel de limón.
Añadir toda la harina de golpe. Trabajar, con el fuego muy bajo y con una cuchara de madera, hasta que la masa se despegue de las paredes de la cazuela. Retirar del fuego y dejar que se enfríe.

La masa antes de añadir los huevos

Cuando se haya enfriado lo suficiente para que los huevos no se cuajen, añadir estos uno a uno y trabajar bien para que quede una masa homogénea. Añadir, si se quiere, un poco de canela en polvo a la masa.

La masa lista para freír

Calentar el aceite. Echar la masa con ayuda de cucharillas de postre, intentando que quede en forma lo más redonda posible, y teniendo en cuenta que aumentan de tamaño al freírse.

Los buñuelos friéndose

Una vez fritos, dejarlos en un plato para que escurran el aceite y, aún calientes, rebozarlos en azúcar glass (con canela en polvo si se quiere).

Y… ¡A comer, que se acaban volando!

Nos quedan un poco deformes, pero están de muerte

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Pan de molde integral

Historia

Hace tiempo que compramos pan de molde para hacer biquinis o para algunos desayunos (con mantequilla (Lorenzana a poder ser) y mermelada de frambuesa o con mantequilla de cacahuete sin aditivos de ningún tipo, solo cacahuetes). Empezamos comprando pan de molde blanco, después nos pasamos al integral y finalmente nos dijimos… ¿Por qué no hacerlo nosotros?

Y en eso estamos. La receta original es de Directo al paladar, pero con algunos cambios, como siempre. El cambio principal es el de la hidratación de la masa. Para una harina integral, la hidratación debería ser de un 75% (referencias: conasi y El Amasadero) sin embargo, teniendo en cuenta todos los líquidos que se incorporan, la hidratación de la receta original es muy alta y la masa queda demasiado líquida y, en consecuencia, intratable.

En el momento de escribir esta entrada, he hecho 2 veces la receta, la primera siguiendo la receta original y completándola con harina de fuerza hasta conseguir una masa tratable. La segunda con los cambios que aquí se apuntan.

Ingredientes

  • 250 g de agua
  • 55 g de leche
  • 15 g de aceite de oliva
  • 30 g de miel
  • 365 g de harina integral
  • 100 g de harina de fuerza
  • 20 g de levadura de panadería (fresca)
  • 5 g de sal

Posibles cambios (los explico en la parte de elaboración): Sustituir la leche por agua, eliminar la miel, poner menos levadura.

Elaboración

Pues como una elaboración de pan habitual, pero con una primera fermentación más corta (una hora aprox.) y una segunda fermentación ya en el molde, de 45 minutos.

El molde que yo uso es como este de Amazon, el mío ya no está a la venta. Sin embargo este, o este, seguramente serán más adecuados, por que con el mío queda un pan demasiado bajo para ser de molde.

Se hornea a 180 g durante unos 20 minutos. Ojo, como siempre, depende del horno. Por otra parte, es una estimación, la última horneada la hice a 200 g y se tostó un poco por encima, por lo que quiero probar a 180…

En cuanto a la propuesta de mejoras, están pensadas para mejorar la conservación del pan. La primera hornada acabó criando moho. A ver esta segunda hornada. La miel ayuda a mantener la humedad y que el pan permanezca tierno más tiempo. La leche, la verdad es que no sé qué función tiene. Evidentemente, tanto la miel como la leche aportan sabor, pero no es el punto que más me importe.

Finalmente, en cuanto a la levadura, creo que para la cantidad de harina que lleva la masa, es demasiada. Sin leche, aceite ni miel, la cantidad de levadura correcta sería de 9 gramos, por lo que, teniendo en cuenta leche, aceite y miel, con 15 gramos debería haber bastante. La próxima vez pruebo 🙂

Una foto del molde y el pan.

Fotografía del pan de molde integral encima del molde.

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Ensalada de pollo y patata

Historia

Esta es una de esas historias más o menos habituales últimamente en nuestra casa. Cultivamos, recogemos y luego tenemos que consumir de una manera razonable.

Tengo que decir que hay algunos cultivos que se nos dan muy bien. Recogemos abundantes cebollas, ajos y patatas y aunque regalamos muchas, nos quedan una cantidad apreciable. Cebollas y ajos nos duran casi todo el año, pero las patatas con el tiempo se empiezan a estropear, con lo cual hay que irlas gastando para que no pase.

Esta ensalada de hoy es una manera que se nos ocurrió de consumir patatas en un plato saludable, económico y muy rico. Tiene dos partes, la ensalada en sí, y el aderezo, una salsa tártara casera basada en esta receta: https://www.directoalpaladar.com/recetas-de-salsas-y-guarniciones/como-hacer-salsa-tartara

Por supuesto, también se puede comprar la salsa tártara preparada 🙂

Ingredientes

Para la ensalada:

  • Patatas… Sí, las dos veces que he hecho la receta las he puesto a ojo. A ver si la próxima vez peso la cantidad y la pongo aquí.
  • Un pimiento rojo grande.
  • 400 g de pollo (sirven tanto unos contramuslos deshuesados como unas pechugas).
  • Dos tomates maduros.
  • 50 g de guisantes (congelados o frescos)
  • Una zanahoria grande
  • Aceitunas sin hueso
  • Sal

Para la salsa tártara:

  • 50 g de leche
  • 40 g de aceite de oliva virgen extra
  • 100 g de aceite de girasol
  • 25 g de alcaparras
  • 25 g de pepinillos
  • 10 g de mostaza
  • 1 huevo cocido
  • Una pizca de sal

Elaboración

Para la ensalada se cortan en dados de aproximadamente un centímetro de lado las patatas y la zanahoria y se ponen a cocer con sal. Más o menos a media cocción se añaden los guisantes.

Mientras tanto, se hace el pollo a la plancha y se corta también a dados, aunque algo más pequeños. También se cortan los tomates y el pimiento a dados pequeños.

Cuando las patatas, zanahoria y guisantes están cocidos se escurren y se dejan enfriar.

Finalmente se mezcla todo junto.

En cuanto a la salsa tártara, se empieza preparando la lactonesa, con la leche, los dos aceites y la pizca de sal. Cuando ya está ligada, se añaden las alcaparras, los pepinillos, la mostaza y el huevo cocido rallado y se bate bien.

La ensalada se sirve junto con la salsa tártara. Como la salsa no tiene huevo crudo, es una buena comida para llevarse al trabajo en un táper.

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Helado de yogurt con mermelada de frambuesa

Historia

Todos (o casi todos) los sábados por la noche, tenemos la tradición familiar de juntarnos delate de la tele y ver una película. Pilar hace palomitas y de postre nos comemos un helado. Pilar tiene los de vainilla y los demás comemos helados de la Soler, si es temporada, o los compramos en el super si no lo es. Este año la Soler ha subido mucho los precios, así que me propuse hacer yo el helado que más nos gusta de la heladería, el de yogurt con mermelada de frambuesa. Seguimos yendo a la Soler a comprar helados, pero ya no es cada sábado.

31/03/2024

Rectifico la receta, con algún cambio para que tenga más sabor a yogurt. Aun hay que retocar algo más, así que hago propuestas para próximas ocasiones.

Ingredientes

Para el helado. La receta de la mermelada de frambuesa ya la habíamos puesto.

31/3/2024

Sugiero para próximas ocasiones, sustituir 125 g de nata por un yogurt normal y añadir 1 cl de aroma de yogurt.

Nota sobre el aroma de yogurt. Tengo un problema con los yogures actuales: apenas tienen sabor. Como encima al helado se le pone nata, necesito potenciar el sabor de yogurt :/

Elaboración

Es muy sencillo. Por un lado se mezcla el yogurt con los azúcares para que se disuelvan bien. Por otro lado se monta la nata. Cuando la nata esté montada, se añade el yogurt con los azúcares con cuidado para que no se desmonte y se pone en la heladera.

Cuando el helado está casi a punto se hecha un poco de mermelada de frambuesa en la cubeta, procurando no dar color al yogurt pero que se marquen algunas líneas rosas.

Finalmente, conforme se añade el yogurt a los vasitos (que antes han pasado por el congelador), se añaden una o dos cucharaditas de mermelada de frambuesa intentando que quede repartida.

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Alitas adobadas

Historia

Pues no tiene mucha historia. Pilar compra pollos enteros en la carnicería y el carnicero nos los despieza. Las pechugas las comemos fritas o a la plancha, los muslos y contramuslos a la brasa, la carcasa la usamos para hacer caldo y las alas, cuando tenemos unas cuantas, las hacemos adobadas y fritas, al horno o a la brasa según el día.

La cuestión es que cada vez que tengo que adobar alitas de pollo me encuentro con que tengo que buscar recetas por la web y después de mirarme unas cuantas, cojo ideas y lo hago a mi manera. Pero cada vez de una manera distinta. Así que la última vez, que quedaron muy buenas, Pilar me dijo que tenía que apuntar las cantidades que había usado. Y en eso estoy.

Ingredientes

Para entre un quilo y un quilo y cuarto de alitas.

  • 5 dientes de ajo
  • 5 pizcas generosas de sal (la próxima vez que las haga pesaré la sal…)
  • 1 cucharada de vinagre de sidra (sirve un vinagre de vino)
  • 3 cucharaditas colmadas de pimentón de la Vera
  • 1 cucharadita colmada de comino
  • 3 cucharadas de aceite
  • 1,5 cucharadas de miel

Elaboración

Se majan bien los dientes de ajo en el mortero con la sal. A continuación se añaden el resto de ingredientes y se mezclan bien.

Se cogen las alitas de pollo y se salpimientan. A continuación se disponen en una bandeja profunda, se echa encima el adobo y se remueven bien para que todas las alitas queden bien embadurnadas.

Se deja reposar entre dos horas y un día, en la nevera, removiendo de vez en cuando para asegurarse de que todas las alitas quedan bien adobadas.

Pasado el tiempo de adobo, se pueden cocinar fritas, al horno o a la brasa.

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Flan de huevo de la Yaya Juana

Historia

Hace tiempo explicaba los rosquillos que hacía mi abuela paterna, la Yaya Eulalia. Hoy os voy a explicar el flan que hacía mi abuela materna, la Yaya Juana, y que ahora hacemos mi madre y yo.

El flan, en sí, es muy sencillo de hacer. Necesita pocos ingredientes, una olla a presión y una flanera con tapadera. La única dificultad (no tan grande) es hacer el caramelo, pero no os preocupéis, que os pondré un vídeo de YouTube para que lo veais bien.

¡Vamos allá!

Ingredientes

  • 1/2 litro de leche
  • 4 huevos
  • 4 cucharadas soperas de azúcar
  • Azúcar y un poquitín de agua para hacer el caramelo.

Preparación

Bate los cuatro huevos en un bol. Añádeles el azúcar y bate de nuevo hasta que sea homogénea. Incorpora la leche y mezcla bien.

Prepara el caramelo siguiendo las instrucciones de este vídeo:

Cómo hacer caramelo líquido

Una vez preparado el caramelo, echa en el fondo de la flanera una capa de aproximadamente 3-4 mm de espesor. Añade la mezcla de la leche, los huevos y el azúcar.

Tapa la flanera.

Pon 2 o 3 dedos de agua en la olla a presión, introduce la flanera en la olla y cierra esta.

Ponla al fuego y, cuando empiece a hervir, cuenta unos 15 minutos a fuego suave o medio.

Saca la flanera de la olla con unas manoplas aislantes del calor, y ábrela.

Espera a que el flan se enfríe y, cuando ya no queme, con ayuda de un cuchillo, sepárale el contorno de la flanera. Después, viértelo en un plato.

Cuando esté a temperatura ambiente o, si lo prefieres, frío, ya te lo puedes comer. ¡Delicioso!

Flan de huevo de la Yaya Juana

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Cruasanes

Historia

Esta es una receta que no tiene mucha historia. A todos en la familia nos gustan los cruasanes, con su auténtico sabor a mantequilla, pero es difícil encontrarlos buenos por aquí. Así que, hace casi un año, busqué recetas en internet, encontré la de Webos fritos, los hice y quedaron muy buenos. A continuación una foto de como quedaron:

Cruasanes en una bandeja de horno

Cruasanes (15/2/2015)

Seguí esta receta durante cinco años (una vez al año) con un resultado visual, más bien regulero, pero con muy buen sabor. Pero este invierno que acaba de acabar, un poco mosca con el hecho de que no me quedasen bonitos y teniendo algo más de tiempo por la pandemia, decidí buscar un poco por internet a ver si veía alguna receta que mejorarse la de Webos fritos. ¡Y la encontré! La receta es de bavette y si bien se parece mucho a la de Webos fritos el resultado final ha sido mucho mejor. 

Ingredientes

Para la masa

  • 500 g de harina de repostería 
  • 75 g de azúcar
  • 6 g de sal
  • 100 g mantequilla a temperatura ambiente
  • 25 g de levadura fresca
  • 95 g leche entera
  • 135 g agua

Para la placa de mantequilla

  • 250 g de mantequilla fría

Para pintar los Croissants

  • 1 huevo, 1 yema de huevo y 30 g de leche

Proceso

Colocar en un bol la harina, la sal, el azúcar, la leche, el agua, la mantequilla (a temperatura ambiente) y la levadura. Se amasa bien (yo amaso a mano, en la receta original explica como hacerlo a máquina) hasta que la masa se separe del recipiente. Entonces se saca del bol y se sigue amasando sobre la encimera hasta que esté lisa y homogénea, momento en que la dejamos reposar durante 10 minutos.

Con la ayuda de un rodillo estiramos la masa sobre la encimera hasta formar un rectángulo de unos 7 mm de espesor. se envuelve en plástico y se mete en la nevera un mínimo de 4 horas (toda la noche puede ser una buena idea). Nota importante: Para hacerse una idea de como tiene que quedar la masa, es conveniente leer los dos párrafos siguientes antes de prepararla.

Entre medias se saca la mantequilla de la nevera, se pone entre dos papeles de horno o film de plástico y se va aplanando con la ayuda de un rodillo hasta conseguir un rectángulo de, aproximadamente, la mitad del tamaño de la masa. A continuación, con la mantequilla bien tapada se guarda en el frigorífico un mínimo de 20 minutos.

Una vez han pasado las 4 horas (mínimo) de la masa en la nevera, se saca a la encimera bien enharinada y se estira un poco más hasta tener un rectángulo de unos 6 mm de grosor. A continuación se pone la mantequilla en la mitad inferior del rectángulo y se cubre con la otra mitad de la masa. 

Ahora viene la parte más entretenida: los pliegues:

Espolvoreamos un poco de harina en la encimera y en el rodillo. Giramos la masa 45º de manera que quede el doblez a la derecha y vamos estirando la masa con el rodillo, primero a lo largo y luego a lo ancho. Del centro hacia los extremos siempre. Estiramos hasta que quede un grosor de unos 7mm.

Doblamos la masa desde abajo hasta los dos tercios y el tercio restante lo doblamos encima. Doblar el conjunto por la mitad, de manera que quedan 4 capas de masa. Se envuelve en plástico y se guarda en la nevera durante entre 30 y 40 minutos. 

Se saca de la nevera y se pone en la encimera enharinada con el doblez a la derecha. Se estira de nuevo la masa, como antes, hasta conseguir darle forma rectangular de 6mm de espesor. De nuevo se dobla la parte inferior hasta dos tercios y se cubre con el tercio restante. Y de nuevo a la nevera durante 30 o 40 minutos.

Sacamos de nuevo de la nevera y sobre la encimera enharinada estiramos de nuevo hasta obtener un rectángulo de unos 6 mm de espesor, con un ancho aproximado de 25 cm. Por el lado largo de la masa, con un cuchillo, se hacen pequeños cortes en la masa cada 8 cm y se van haciendo triángulos (ver vídeo). Se depositan los triángulos en una bandeja y se meten en el frigorífico durante unos 15 minutos. 

Para hacer los cruasanes, se hace un corte de medio centímetro en el medio de la base del triángulo y se enrolla.

Se colocan los cruasanes en dos bandejas de horno (o, como hice yo, en una bandeja de horno y una bandeja normal con un tapete de silicona para poderlos pasar a la bandeja de horno después) con una buena separación entre ellos para que puedan crecer, se pintan ligeramente y se dejan reposar durante dos horas y media en un lugar templado (22-24º). Yo los dejé en el horno con el horno apagado. 

Para hornearlos, se precalienta el horno a 200º y se pintan de nuevo los cruasanes con mucho cuidado.

Se hornean 6 minutos a 200º y aproximadamente 12 minutos más a 180º, hasta que estén dorados. 

Vídeo del corte: https://photos.app.goo.gl/gDAveGCsRbTn9fg8A

Y algunas fotos:

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